Mauricio Cervantes plasma en una baldosa de concreto la silueta desnuda de una mujer gestante en homenaje a Santana Lakshmi, diosa de la fecundidad y madre de todas las cosas animadas. O tal vez, al revés: la evocación de la diosa es un pretexto para honrar a la mujer que aparece en el grabado.
MUJER:
DE LA TIERRA Y EL BAILE
¿Qué tipo de mujeres aparecen representadas en los grabados?
Hemos seleccionado 8 estampas de 8 artistas diferentes, 6 hombres y dos mujeres, las hemos observado, las hemos vuelto a mirar y hemos encontrado coincidencias y también algunas diferencias.
Por ejemplo, la mayoría de los grabados son a color, como si lo multicromático fuera una puerta de entrada para plasmar las figuras femeninas y captar, tal vez, las complejidades de su ser… ¿o tal vez no?
Así mismo, prácticamente la totalidad de los grabados hacen referencia de una u otra manera al papel de la mujer como dadora, cuidadora y/o perpetuadora de la vida, tanto desde el punto de vista natural como desde la perspectiva cultural.
Mauricio Cervantes plasma en una baldosa de concreto la silueta desnuda de una mujer gestante en homenaje a Santana Lakshmi, diosa de la fecundidad y madre de todas las cosas animadas.
Por su lado, recurriendo a la técnica de la xilografía, Azteca de Gyves, procedente del Istmo de Tehuantepec, se inspira en las venus paleolíticas de la vieja Europa para representar una figura prehispánica de su Juchitán natal, en posición sentada y sin atuendo. Se hace así énfasis en la desnudez como distintivo de la humanidad y su continuidad, en tanto las demás especies no conocen ni de desnudo, ni de vestido...
Contrastando con las poses estáticas que predominan normalmente en las representaciones femeninas, el trabajo de Shinzaburo Takeda presenta una figura que, erguida y con pasos firmes, se encuentra caminando, a la vez que porta entre sus dedos, como ofrenda, largas ristras de flores y que viste –a modo de insignia cultural- un tradicional huipil istmeño.
En su litografía intervenida a mano con acuarela, Enrique Flores personifica el rostro de una mujer, con piel oscura y cabello ondulado, junto con varios elementos vinculados mayormente con la cosecha. Aquí, lo femenino es pues asociado a la agricultura, paso fundamental para el desarrollo de las culturas. Y es que todas las grandes civilizaciones, incluidas las mesoamericanas, pudieron eclosionar gracias a la comprensión de los ciclos agrícolas, la siembra, así como el acceso a la tierra para poderla hacer florecer.
En este contexto, se puede leer la estampa de Gabriela Morac, cuya figura femenina, coronada por mazorcas de maíz, revindica la lucha que, en la actualidad, protagoniza la población femenina en la defensa del territorio para sostener en todas sus dimensiones a los pueblos originarios asentados a lo largo y ancho del país.
La mujer protagonista del grabado de Kasser Sánchez también aparece vinculada a las acciones de resistencia que las mujeres han emprendido frente al embate de las empresas mineras contaminantes de los suelos en desmedro de las milpas.
El Dr. Lakra, en cambio, no aborda ni fecundidad, ni lucha, ni vida; más bien explora ese imaginario hacia lo femenino, fragmentado históricamente entre la divinización, la demonización y la bestialización.
Y para terminar, sin adentrarse en polémicas, la mujer de la estampa de Maximino Javier, mejor se viste de fiesta, se trepa a un toro alegre y se va al baile…